Franz Sánchez
Si la más sinuosa de las mentes retorcidas intentara desear el peor de los males para algún pueblo de reveses y contrastes sociales como el nuestro, en su condenación diría: “¡Megaminería para todos… y que se fundan!”.
Al otro extremo, los denominados “antimineros” ¿son en realidad eso? ¿Son opositores necios de la economía? ¿Son testarudos invidentes de la bonanza? O es el resultado de un colectivo de personas que sabe que el mundo de hoy, reclama una acción activa en defensa de las reservas y riquezas medioambientales de la Tierra, dentro de las que destaca el recurso hídrico.
¿Son acaso tales personas, la integración esperada de campesinos, amas de casa, estudiantes y niños, obreros, profesionales e intelectuales, que caminan hacia el mismo destino?
Hay muchos puntos por analizar. Y comenzaré por el que ha marcado la pauta, el enorme acto de integración de la provincia, que ningún fanático polimetálico podría negar (un promedio de 10 mil personas movilizándose por las calles de la ciudad). Si no fuera por la coyuntura, aquella adhesión espontánea tendría matices festivos… pero no se debe, anticipadamente, festejar.
En un solo escenario: campo y ciudad, colores y estatus, conservadores ambientalistas y fumadores empedernidos, protectores de la fauna y aficionados de la tauromaquia, profesores y alumnos, informados y desinformados, católicos y ateos, los de por aquí y los de por allá. Todos ellos, sin diferencias invitadas, unidos, y de protagonistas, en el movimiento más coherente que se haya visto en Celendín, al que se le ha bautizado como “El movimiento del Despertar” “La acción de los Pueblos” “La defensa del Agua”… entre otros calificativos que intentan describir a esta sacudida generalizada, a este despercudimiento del letargo, a este deshonroso silencio, por fin roto…
¿Es una casualidad que los más pobres hayan sido los más interesados en el movimiento? En Huasmín, el 50% de la población vive en extrema pobreza. En el distrito de Sorochuco, el 79.1% de su población es pobre, pero claro, también está la contraparte: una docena de personas que brindan sus servicios de subcontratación con la minería, y que son los principales pro-mineros por “default”.
Si la movilización se produjo quiere decir que las comunidades así lo decidieron. Y aquí hay que ser exactos y consecuentes con nuestro trabajo en medios. Las comunidades son las únicas propietarias de sus destinos. Los pueblos son lo que tienen que decir, de qué manera y hacia donde evolucionarán o involucionarán, pero que esa sea su decisión (autónoma).
Está por demás la controversia y los enconos citadinos, cuando las comunidades directamente afectadas, ya tomaron una decisión. Y los políticos postrados en sus oficinas, que no viven el “día a día” en nuestros pueblos, deben omitir sus juicios y pareceres sobre el tema, y más bien canalizar la toma de voluntades de los oriundos.
Si en estas comunidades se desarrollan actividades agrícolas y ganaderas desde épocas inmemorables (aprovechando sus 4 microclimas), a pesar de que el capitalismo radical envenena los cultivos con sus semillas clonadas de sobre, bajo la premisa “que el hombre de campo desaparezca para que migre a las urbes y sea la fundamental mano de obra para nuestras industrias, y seguir produciendo para nuestro apetito insaciable por el consumo”.
Y así llegamos a la matriz del modelo, ese modelo que ingenuamente creímos rechazado por un gobierno que perfilaba la reivindicación del compatriota, de aquél personaje eternamente postergado por los cursis timoratos de la capital. Y nuestras esperanzas ahora parecen agonizar cada vez que la derecha le delinea el camino a un gobierno que olvidó el discurso camino a Palacio de Pizarro.
Uso de cianuro en el proceso de lixiviación, uso de ANFO para la detonación de las rocas (contaminación del aire). Esta es la minería del siglo 21, “La Maldición de los Incas” dicen algunos, el oro nace junto al agua.
Contaminación por sustancias tóxicas (plomo, cadmio, arsénico, cromo, mercurio, y vuelvo a mencionar al cianuro), en desmedro de la flora y fauna, documentada de forma unilateral por la empresa en mención. Esta es la opinión del Parlamento Europeo sobre el uso del cianuro “es una sustancia química altamente tóxica utilizada en la minería del oro y que, en el Anexo VIII de la Directiva marco sobre política de aguas, está clasificado como uno de los principales contaminantes y puede tener un impacto catastrófico e irreversible en la salud humana y el medio ambiente y, por ende, en la diversidad biológica”
Contaminación de los suelos, esterilidad irreversible. Emisiones de gases de efecto invernadero (alteración de los climas). Contaminación sonora: ruido de molinos, tráfico de vehículos pesados, detonaciones, que ahuyentan toda clase de vida. Consumo excesivo de electricidad, y desperdicio de agua para el riego de sus vías.
¿Por qué los que defienden tanto a la minería y automáticamente la relacionan como sinónimo de “progreso y desarrollo” (y nunca especifican para quién es el desarrollo), jamás pueden explicar estas cifras? Región Apurímac S/. 745 millones de canon minero, pobreza: 69.5%. Región Ancash S/. 756 millones de canon, 42.6% de pobreza. Región Cajamarca 411 millones de canon, y 64,4% de pobreza.
Alguien con un poco de sentido lógico diría, eso es culpa de los gobiernos regionales, de los gobernantes, de las políticas locales. Puede que sea cierto, y es que el problema aquí es complicado, es una sumatoria de muchos factores dentro de los que se ha extendido como una gangrena generalizada, el factor corrupción de funcionarios públicos. Y el tema corrupción, es un factor socio-cultural. Lo que preocupa no es que existan corruptos, sino que quienes no lo son, crean que son tontos por no serlo. Este es otro aspecto de contaminación que aparece cuando las empresas mineras “confunden” sus políticas de integración con la comunidad, con el “manejo y control” de la comunidad.
Y que hay sobre las prácticas de intimidación a los opositores de la minería. Por qué una empresa que se dice responsable en sus prácticas de comunicación, condiciona a comunicadores, por qué capacita a periodistas, a cambio de qué, por qué tiene que capacitarlos (tan incapacitados son), por qué silencia medios. ¿Por qué no es una empresa franca, le sale más barato? ¿Por qué pone ella sus condiciones para el diálogo?
Merecemos una vida mejor, las comunidades también. El hombre de ciudad merece su anhelado crecimiento económico, tanto como el hombre del campo, pero que no venga la ciudad a decidir en contra de sus propios pueblos.
Hay más preguntas: ¿por qué un EIA sin estudio hidrológico completo, aprobado a prisa durante el último suspiro de un gobierno con serios casos de corrupción? ¿Por qué inventarse un término tan repugnante como lo es el “trasvase de aguas”?
“Trasvase de aguas” es un eufemismo para “destrucción de lagunas”, en la vida real no existe el cambio de aguas que nos quiere hacer creer Yanacocha. Se asesina una laguna natural para crear una represa artificial.
Es como ir al médico a sabiendas de que uno no está enfermo, y el “Galeno” diga: “Oiga Celendín, usted está bien pero podría estar mejor, lo único que necesita es amputarse esa convencional pierna sana y colocarse esta otra que es “artificial” hecha de finísima geo-membrana, claro que no va a poder bailar, ni correr bien pero se le va a ver muy linda… combina con sus ojos. Va a tener buena pata en tiempos de escasez, y además le voy a dar bastante dinero por esa innecesaria pierna suya. Solamente es cuestión de un “trasvase de piernas” y quedará usted expedito”.
No existe responsabilidad ambiental, desde que se dice eliminar lagunas.
El blandengue periodista Jaime de Althaus, dice: "el proyecto no va a secar ni contaminar el agua sino que, por el contrario, va a aumentar su volumen para que haya riego incluso en época de sequía, como ocurre ya con las zonas aledañas al reservorio de San José construido por la propia Yanacocha. Habrá más agua, más producción y más ingresos. Si el gobierno no se compra el pleito, defendiendo la verdad por supuesto, esta concertación antiminera va a ganar, y nos quedaremos sin la palanca que la naturaleza nos ha regalado para salir del subdesarrollo" (hace énfasis en “nos”) como si Althaus fuera “Chilico”(frase de Roque Benavides, Presidente de Buenaventura, socia de Yanacocha) y no “Shilico”.
Sí, el mismo que capacitó (gracias a Newmont) a algunos pésimos comunicadores de Celendín, seguro que conoce nuestra tierra por esas referencias.
¿Vale la pena asumir tantos riesgos por la minería? Quizá valga la pena para quienes no piensen vivir por siempre en nuestro territorio. ¿Qué acaso usted creía que las empresas mineras se quedaban por siempre a convivir con la comunidad? No paisano, mentira paisana. Eso solamente fue un slogan de campaña de sensibilización, lo recuerda “Los buenos vecinos”.
El estado entrega en concesión el territorio a las mineras por un cierto periodo de tiempo, durante el cual no cobra ningún tipo de impuestos a estas empresas, “solamente hasta que las transnacionales recuperen lo invertido”. Luego, y después de un inescrupuloso ritmo de explotación en el que se destruirá a parte de las 4 lagunas, 130Ha de Bofedales, y toneladas de material removido…por fin, se ordena el “cierre de minas”.
El cierre de minas, etapa en donde el estado “exige” a la empresa minera “dejar lo mejor posible el territorio devastado” Ahora, no sabemos qué signifique: “lo mejor posible”.
Es como si cualquier persona venida de cualquier parte, encontrara oro en el territorio patrio (gracias al artículo 60 de la Constitución dictatorial de Fujimori), desde ese momento el oro pertenece al 100% para quien lo encontró, sin ningún porcentaje para el país. El oro deja de ser peruano (o sea si el año pasado se sacaron más de 50 millones de onzas de oro, de todo aquello, ni un solo gramo le perteneció al Perú). Ni siquiera el propio Francisco Pizarro hizo eso cuando cobró el oro del rescate de Atahualpa (80% le pertenecía y el 20% iba para la corona), porque ya el Tahuantinsuyo le pertenecía, muerto el último inca, a Carlos V.
Los minerales son un don de la naturaleza, un prodigio del territorio que nos pone en estas encrucijadas, producto en suma, de la ambición del hombre.
Durante este tiempo, he leído y escuchado declaraciones de cualquier tipo, tanto a favor de la minería como en contra de ella, y pensaba…¿es necesario ser antiminero para estar en contra de la depredación del agua?
Me quedo con la frase de un campesino en el mitin del 9 de noviembre en la plaza de armas de Celendín “No somos antimineros, somos defensores del agua” o aquella otra espontánea que decía: “No seremos la generación que no supo defender su agua”. Frases para toda la vida.
Y ahora al fin de esta columna. Quiero expresar mi solidaridad con cada hombre y mujer del campo que sufren las inclemencias del día a día, sumado a estos, la nueva pelea contra la megaminería.
Me siento orgulloso de haber nacido en Celendín, me siento agradecido por la oportunidad de llegar a mis hermanos, estoy con ellos en esta lucha que se respira, en esta resistencia que se configura de extremo a extremo, en estas reflexiones a tajo abierto… “Por eso cuando se habla de megaminería en mi tierra, yo soy y seguiré siendo, un comunero más… haciendo respetar mi dulce agua”
Y para contestar a mis paisanos pro-mineros que me exhortan a la “reflexión”, les contaré que si en algún momento estaría de acuerdo con esta actividad económica, le diría: “Sí a la minería… pero muy lejos de mi pueblo, de mi patria, de mi Latinoamérica unida”
Si la más sinuosa de las mentes retorcidas intentara desear el peor de los males para algún pueblo de reveses y contrastes sociales como el nuestro, en su condenación diría: “¡Megaminería para todos… y que se fundan!”.
Al otro extremo, los denominados “antimineros” ¿son en realidad eso? ¿Son opositores necios de la economía? ¿Son testarudos invidentes de la bonanza? O es el resultado de un colectivo de personas que sabe que el mundo de hoy, reclama una acción activa en defensa de las reservas y riquezas medioambientales de la Tierra, dentro de las que destaca el recurso hídrico.
¿Son acaso tales personas, la integración esperada de campesinos, amas de casa, estudiantes y niños, obreros, profesionales e intelectuales, que caminan hacia el mismo destino?
Hay muchos puntos por analizar. Y comenzaré por el que ha marcado la pauta, el enorme acto de integración de la provincia, que ningún fanático polimetálico podría negar (un promedio de 10 mil personas movilizándose por las calles de la ciudad). Si no fuera por la coyuntura, aquella adhesión espontánea tendría matices festivos… pero no se debe, anticipadamente, festejar.
En un solo escenario: campo y ciudad, colores y estatus, conservadores ambientalistas y fumadores empedernidos, protectores de la fauna y aficionados de la tauromaquia, profesores y alumnos, informados y desinformados, católicos y ateos, los de por aquí y los de por allá. Todos ellos, sin diferencias invitadas, unidos, y de protagonistas, en el movimiento más coherente que se haya visto en Celendín, al que se le ha bautizado como “El movimiento del Despertar” “La acción de los Pueblos” “La defensa del Agua”… entre otros calificativos que intentan describir a esta sacudida generalizada, a este despercudimiento del letargo, a este deshonroso silencio, por fin roto…
¿Es una casualidad que los más pobres hayan sido los más interesados en el movimiento? En Huasmín, el 50% de la población vive en extrema pobreza. En el distrito de Sorochuco, el 79.1% de su población es pobre, pero claro, también está la contraparte: una docena de personas que brindan sus servicios de subcontratación con la minería, y que son los principales pro-mineros por “default”.
Si la movilización se produjo quiere decir que las comunidades así lo decidieron. Y aquí hay que ser exactos y consecuentes con nuestro trabajo en medios. Las comunidades son las únicas propietarias de sus destinos. Los pueblos son lo que tienen que decir, de qué manera y hacia donde evolucionarán o involucionarán, pero que esa sea su decisión (autónoma).
Está por demás la controversia y los enconos citadinos, cuando las comunidades directamente afectadas, ya tomaron una decisión. Y los políticos postrados en sus oficinas, que no viven el “día a día” en nuestros pueblos, deben omitir sus juicios y pareceres sobre el tema, y más bien canalizar la toma de voluntades de los oriundos.
El oro celendino provoca la codicia de los extranjeros y de los felipillos.
Si en estas comunidades se desarrollan actividades agrícolas y ganaderas desde épocas inmemorables (aprovechando sus 4 microclimas), a pesar de que el capitalismo radical envenena los cultivos con sus semillas clonadas de sobre, bajo la premisa “que el hombre de campo desaparezca para que migre a las urbes y sea la fundamental mano de obra para nuestras industrias, y seguir produciendo para nuestro apetito insaciable por el consumo”.
Y así llegamos a la matriz del modelo, ese modelo que ingenuamente creímos rechazado por un gobierno que perfilaba la reivindicación del compatriota, de aquél personaje eternamente postergado por los cursis timoratos de la capital. Y nuestras esperanzas ahora parecen agonizar cada vez que la derecha le delinea el camino a un gobierno que olvidó el discurso camino a Palacio de Pizarro.
Uso de cianuro en el proceso de lixiviación, uso de ANFO para la detonación de las rocas (contaminación del aire). Esta es la minería del siglo 21, “La Maldición de los Incas” dicen algunos, el oro nace junto al agua.
Contaminación por sustancias tóxicas (plomo, cadmio, arsénico, cromo, mercurio, y vuelvo a mencionar al cianuro), en desmedro de la flora y fauna, documentada de forma unilateral por la empresa en mención. Esta es la opinión del Parlamento Europeo sobre el uso del cianuro “es una sustancia química altamente tóxica utilizada en la minería del oro y que, en el Anexo VIII de la Directiva marco sobre política de aguas, está clasificado como uno de los principales contaminantes y puede tener un impacto catastrófico e irreversible en la salud humana y el medio ambiente y, por ende, en la diversidad biológica”
Contaminación de los suelos, esterilidad irreversible. Emisiones de gases de efecto invernadero (alteración de los climas). Contaminación sonora: ruido de molinos, tráfico de vehículos pesados, detonaciones, que ahuyentan toda clase de vida. Consumo excesivo de electricidad, y desperdicio de agua para el riego de sus vías.
¿Por qué los que defienden tanto a la minería y automáticamente la relacionan como sinónimo de “progreso y desarrollo” (y nunca especifican para quién es el desarrollo), jamás pueden explicar estas cifras? Región Apurímac S/. 745 millones de canon minero, pobreza: 69.5%. Región Ancash S/. 756 millones de canon, 42.6% de pobreza. Región Cajamarca 411 millones de canon, y 64,4% de pobreza.
Alguien con un poco de sentido lógico diría, eso es culpa de los gobiernos regionales, de los gobernantes, de las políticas locales. Puede que sea cierto, y es que el problema aquí es complicado, es una sumatoria de muchos factores dentro de los que se ha extendido como una gangrena generalizada, el factor corrupción de funcionarios públicos. Y el tema corrupción, es un factor socio-cultural. Lo que preocupa no es que existan corruptos, sino que quienes no lo son, crean que son tontos por no serlo. Este es otro aspecto de contaminación que aparece cuando las empresas mineras “confunden” sus políticas de integración con la comunidad, con el “manejo y control” de la comunidad.
El agua, recurso invalorable que debemos cuidar para salvar al planeta.
Y que hay sobre las prácticas de intimidación a los opositores de la minería. Por qué una empresa que se dice responsable en sus prácticas de comunicación, condiciona a comunicadores, por qué capacita a periodistas, a cambio de qué, por qué tiene que capacitarlos (tan incapacitados son), por qué silencia medios. ¿Por qué no es una empresa franca, le sale más barato? ¿Por qué pone ella sus condiciones para el diálogo?
Merecemos una vida mejor, las comunidades también. El hombre de ciudad merece su anhelado crecimiento económico, tanto como el hombre del campo, pero que no venga la ciudad a decidir en contra de sus propios pueblos.
Hay más preguntas: ¿por qué un EIA sin estudio hidrológico completo, aprobado a prisa durante el último suspiro de un gobierno con serios casos de corrupción? ¿Por qué inventarse un término tan repugnante como lo es el “trasvase de aguas”?
“Trasvase de aguas” es un eufemismo para “destrucción de lagunas”, en la vida real no existe el cambio de aguas que nos quiere hacer creer Yanacocha. Se asesina una laguna natural para crear una represa artificial.
Es como ir al médico a sabiendas de que uno no está enfermo, y el “Galeno” diga: “Oiga Celendín, usted está bien pero podría estar mejor, lo único que necesita es amputarse esa convencional pierna sana y colocarse esta otra que es “artificial” hecha de finísima geo-membrana, claro que no va a poder bailar, ni correr bien pero se le va a ver muy linda… combina con sus ojos. Va a tener buena pata en tiempos de escasez, y además le voy a dar bastante dinero por esa innecesaria pierna suya. Solamente es cuestión de un “trasvase de piernas” y quedará usted expedito”.
No existe responsabilidad ambiental, desde que se dice eliminar lagunas.
El blandengue periodista Jaime de Althaus, dice: "el proyecto no va a secar ni contaminar el agua sino que, por el contrario, va a aumentar su volumen para que haya riego incluso en época de sequía, como ocurre ya con las zonas aledañas al reservorio de San José construido por la propia Yanacocha. Habrá más agua, más producción y más ingresos. Si el gobierno no se compra el pleito, defendiendo la verdad por supuesto, esta concertación antiminera va a ganar, y nos quedaremos sin la palanca que la naturaleza nos ha regalado para salir del subdesarrollo" (hace énfasis en “nos”) como si Althaus fuera “Chilico”(frase de Roque Benavides, Presidente de Buenaventura, socia de Yanacocha) y no “Shilico”.
Sí, el mismo que capacitó (gracias a Newmont) a algunos pésimos comunicadores de Celendín, seguro que conoce nuestra tierra por esas referencias.
¿Vale la pena asumir tantos riesgos por la minería? Quizá valga la pena para quienes no piensen vivir por siempre en nuestro territorio. ¿Qué acaso usted creía que las empresas mineras se quedaban por siempre a convivir con la comunidad? No paisano, mentira paisana. Eso solamente fue un slogan de campaña de sensibilización, lo recuerda “Los buenos vecinos”.
El estado entrega en concesión el territorio a las mineras por un cierto periodo de tiempo, durante el cual no cobra ningún tipo de impuestos a estas empresas, “solamente hasta que las transnacionales recuperen lo invertido”. Luego, y después de un inescrupuloso ritmo de explotación en el que se destruirá a parte de las 4 lagunas, 130Ha de Bofedales, y toneladas de material removido…por fin, se ordena el “cierre de minas”.
El cierre de minas, etapa en donde el estado “exige” a la empresa minera “dejar lo mejor posible el territorio devastado” Ahora, no sabemos qué signifique: “lo mejor posible”.
Es como si cualquier persona venida de cualquier parte, encontrara oro en el territorio patrio (gracias al artículo 60 de la Constitución dictatorial de Fujimori), desde ese momento el oro pertenece al 100% para quien lo encontró, sin ningún porcentaje para el país. El oro deja de ser peruano (o sea si el año pasado se sacaron más de 50 millones de onzas de oro, de todo aquello, ni un solo gramo le perteneció al Perú). Ni siquiera el propio Francisco Pizarro hizo eso cuando cobró el oro del rescate de Atahualpa (80% le pertenecía y el 20% iba para la corona), porque ya el Tahuantinsuyo le pertenecía, muerto el último inca, a Carlos V.
Los minerales son un don de la naturaleza, un prodigio del territorio que nos pone en estas encrucijadas, producto en suma, de la ambición del hombre.
Durante este tiempo, he leído y escuchado declaraciones de cualquier tipo, tanto a favor de la minería como en contra de ella, y pensaba…¿es necesario ser antiminero para estar en contra de la depredación del agua?
Me quedo con la frase de un campesino en el mitin del 9 de noviembre en la plaza de armas de Celendín “No somos antimineros, somos defensores del agua” o aquella otra espontánea que decía: “No seremos la generación que no supo defender su agua”. Frases para toda la vida.
Y ahora al fin de esta columna. Quiero expresar mi solidaridad con cada hombre y mujer del campo que sufren las inclemencias del día a día, sumado a estos, la nueva pelea contra la megaminería.
Me siento orgulloso de haber nacido en Celendín, me siento agradecido por la oportunidad de llegar a mis hermanos, estoy con ellos en esta lucha que se respira, en esta resistencia que se configura de extremo a extremo, en estas reflexiones a tajo abierto… “Por eso cuando se habla de megaminería en mi tierra, yo soy y seguiré siendo, un comunero más… haciendo respetar mi dulce agua”
Y para contestar a mis paisanos pro-mineros que me exhortan a la “reflexión”, les contaré que si en algún momento estaría de acuerdo con esta actividad económica, le diría: “Sí a la minería… pero muy lejos de mi pueblo, de mi patria, de mi Latinoamérica unida”