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Catarata Gocta: El descubrimiento del año
Con los adelantos tecnológicos y los medios de transportes tan sofisticados que hay actualmente, a pocos se les ocurre pensar que en este mundo quedaban rincones sin descubrir. Sin embargo, el descubrimiento de la Catarata Gocta a principio de 2006 fue una gran sorpresa y una demostración de que nuestro mundo tiene mucho por mostrar y descubrir. Descubre aquí una renovada maravilla en el Perú. Fue Stefan Ziemendorf el explorador que, buscando detalles de la cultura Chachapoyas y haciendo un trabajo de campo en la región de su asentamiento, encontró Gocta. Esta reluciente catarata, nuevita para el mundo contemporáneo, tiene más de 770 metros de caída y fue el lugar de asentamiento de la cultura Chachapoyas, oriunda del Perú. El explorador la había visto por primera vez en 2002 cuando volvía de encontrar unos templos funerarios de su objeto de estudio, pero nunca imaginó que aún no la hubiesen encontrado. A medida que los años transcurrieron, el explorador, luego de hablar con especialistas empezó a sospechar que la caída de agua que había visto en ese viaje era realmente un hallazgo importante, por lo que decidió volver al mismo sitio en el año 2005.
Para asegurarse de llegar hasta el lugar, Ziemendorf buscó ayuda entre los lugareños. A sólo un kilómetro de Gocta se encuentra Cocachimba, un pequeño poblado. Aunque cueste creerlo, ese kilómetro es casi intransitable; tan así, que les llevó cinco horas llegar hasta la caída. Todo un desafío de trekking y esfuerzo. De hecho, este tramo tan inaccesible ha sido lo que ha mantenido oculta a esta catarata durante tanto tiempo. Luego de un gran esfuerzo, el explorador llegó al lugar y con la ayuda de un ingeniero logró medir la altura de la caída, descubriendo así que quedaba en tercer lugar en cuanto a altura en el mundo, después de El Salto Del Ángel en Venezuela con 972 metros y las Tugela Falls en Sudáfrica, de 948 metros de altura. Los Chachapoyas Sería casi injusto hablar de esta cascada maravillosa y no mencionar al pueblo que habitó allí. Por eso en este artículo incorporamos un acercamiento a esta encantadora cultura, que fue la cuna del área de la catarata Gotca. Dos de las características más sobresalientes de esta antigua cultura son sus templos funerarios al borde de los acantilados y sus poblados circulares. Fueron conocidos por los pueblos de la zona por ser guerreros realmente temibles y por poseer un grupo de chamanes de gran poder a los que recurrían personas de muchos de los pueblos vecinos. Esta cultura que floreció en el 800 d.C., tuvo su auge y su declinación cerca del año 1470, cuando los Incas –en plena expansión– se apoderaron de toda su extensión. La conquista Inca y las posteriores circunstancias a las que se vio sometida esta civilización han dejado pocos elementos originales de lo que fue la cultura de los Cachapoyas. Hay certezas respecto a su independencia como cultura y tribu, que a pesar de tener contacto con el resto de los grupos de la zona, se mantuvo fiel a sus mitos y tradiciones.
A nivel artístico se destacaron por sus variados estilos en textiles. Según se cree, los Chachapoyas le vendían prendas a la elite incaica. En cuanto a la cerámica, los objetos que se conservaron son de una simpleza muy particular. Si bien hay tallados y ciertos trabajos en las vasijas, la mayoría son lisas, con talentoso trabajo de moldeado. Las actividades cotidianas de esta cultura eran la caza, la pesca y la recolección. Como la mayoría de los pueblos del Perú, utilizaron diferentes pisos ecológicos para los cultivos de alimentos que necesitaban temperaturas diversas; así, aún hoy en día se pueden apreciar las terrazas de cultivo. En cuanto a la caza, era sobre todo de venado, utilizando su cuero para la fabricación de tambores y los cuernos como adornos, elementos funerarios y accesorios para peinados. La conquista del Imperio Inca marcó el final del culto propio, acabando con la religión de los Cahapoyas. Como es sabido por la mayoría de los viajeros, los Incas adoraban al Dios Sol, por lo que ese culto fue difundido entre todas sus colonias. En las edificaciones que aún se conservan, se puede observar que los Chachapoyas preferían las zonas altas para la construcción de sus viviendas. A raíz de estos datos y otras investigaciones, se supo que en esa zona llovía en cantidades, derivando en la elección de un terreno elevado para construir la aldea. Las viviendas estaban rodeadas por muros bajos que a su vez eran adornaos con cabezas de piedra con formas humanas o de felinos. También se utilizaba la cornamenta del venado para adornar los muros. Los techos eran de paja, con terminación en cono.
Los cultos funerarios de esta cultura no se dejan conocer mucho pero podemos estar seguros de que para enterrar a sus muertos buscaron lugares protegidos de la lluvia. Tenían dos tipos de entierros: los que se hacían en hileras y los individuales. En el caso de los individuales, se buscaban lugares inaccesibles, encargádnose luego de hacer impresiones pictóricas en las paredes de los acantilados, con tonalidades blanquecinas, amarillentas y rojizas. Esta característica se repite en todos los casos, por lo que fue fácil saber dónde estaban enterrados sus muertos. El problema es que este dato fue utilizado también por los saqueadores. Así, gran parte de las tumbas fueron hurtadas. Primeros pasos Por su reciente descubrimiento, esta catarata aún no es de lo más adecuada para recibir viajeros. Es por esto que la Dirección Regional de Turismo de Amazonas ha comenzado a mejorar la infraestructura total de la región, que también implicaría los consecuentes beneficios para el país. Sin embargo, como todo lugar encantador requiere también de muchos cuidados, por lo que se está investigando todo lo necesario para que esta hermosa caída de agua no se vea destruida por la presencia descontrolada de sus huéspedes.
Ya son varios los proyectos que hay en la zona, desde servicios hoteleros a un mejoramiento sustancial de las carreteras. También se han dado concesiones para la construcción de restaurantes que, como era de esperarse, ofrecerán una vista panorámica inmejorable de este increíble paisaje.
Mientras tanto, Cocachimba está cumpliendo el rol de anfitriona para todos lo que lleguen a curiosear a esta nueva gran catarata y a las otras 22 caídas de agua que hay en la región, un conjunto denominado Cuenca Hidrográfica de Cocahuayco, que también ofrece una belleza imperdible. Pero claro, ninguna de estas cataratas alcanza las dimensiones de la Gran Gotca. Los alrededores de la zona se ven embellecidos por la presencia de un paisaje selvático que marca su tiempo propio y sus visitas. No todos se animan a ingresar allí. Magia en el agua Varias son las creencias que rodean a esta gigante catarata que no había sido vista nunca por ojos modernos. Los habitantes cercanos aseguran que en sus aguas nada una sirena rubia que, junto con una gran serpiente, cuidan las riquezas que esconde la caída. La segunda leyenda, aunque distinta también está acompañada por el miedo. Algunos lugareños creen que de descifrar la ubicación de Gotca, se convertirían en piedras, porque un hechizo protege a esta catarata. Alguien por ahí afirma que una de las rocas del fondo de la catarata es el mismísimo agricultor que se atrevió a acercarse. La tercera, asegura que la catarata era protegida por un dios de la cultura originaria, que se hacía invisible para los que no creyeran en él. ¡Oh casualidad, justamente la ha encontrado un aficionado a esa cultura...!
Catarata Gocta: El descubrimiento del año
Con los adelantos tecnológicos y los medios de transportes tan sofisticados que hay actualmente, a pocos se les ocurre pensar que en este mundo quedaban rincones sin descubrir. Sin embargo, el descubrimiento de la Catarata Gocta a principio de 2006 fue una gran sorpresa y una demostración de que nuestro mundo tiene mucho por mostrar y descubrir. Descubre aquí una renovada maravilla en el Perú. Fue Stefan Ziemendorf el explorador que, buscando detalles de la cultura Chachapoyas y haciendo un trabajo de campo en la región de su asentamiento, encontró Gocta. Esta reluciente catarata, nuevita para el mundo contemporáneo, tiene más de 770 metros de caída y fue el lugar de asentamiento de la cultura Chachapoyas, oriunda del Perú. El explorador la había visto por primera vez en 2002 cuando volvía de encontrar unos templos funerarios de su objeto de estudio, pero nunca imaginó que aún no la hubiesen encontrado. A medida que los años transcurrieron, el explorador, luego de hablar con especialistas empezó a sospechar que la caída de agua que había visto en ese viaje era realmente un hallazgo importante, por lo que decidió volver al mismo sitio en el año 2005.
Para asegurarse de llegar hasta el lugar, Ziemendorf buscó ayuda entre los lugareños. A sólo un kilómetro de Gocta se encuentra Cocachimba, un pequeño poblado. Aunque cueste creerlo, ese kilómetro es casi intransitable; tan así, que les llevó cinco horas llegar hasta la caída. Todo un desafío de trekking y esfuerzo. De hecho, este tramo tan inaccesible ha sido lo que ha mantenido oculta a esta catarata durante tanto tiempo. Luego de un gran esfuerzo, el explorador llegó al lugar y con la ayuda de un ingeniero logró medir la altura de la caída, descubriendo así que quedaba en tercer lugar en cuanto a altura en el mundo, después de El Salto Del Ángel en Venezuela con 972 metros y las Tugela Falls en Sudáfrica, de 948 metros de altura. Los Chachapoyas Sería casi injusto hablar de esta cascada maravillosa y no mencionar al pueblo que habitó allí. Por eso en este artículo incorporamos un acercamiento a esta encantadora cultura, que fue la cuna del área de la catarata Gotca. Dos de las características más sobresalientes de esta antigua cultura son sus templos funerarios al borde de los acantilados y sus poblados circulares. Fueron conocidos por los pueblos de la zona por ser guerreros realmente temibles y por poseer un grupo de chamanes de gran poder a los que recurrían personas de muchos de los pueblos vecinos. Esta cultura que floreció en el 800 d.C., tuvo su auge y su declinación cerca del año 1470, cuando los Incas –en plena expansión– se apoderaron de toda su extensión. La conquista Inca y las posteriores circunstancias a las que se vio sometida esta civilización han dejado pocos elementos originales de lo que fue la cultura de los Cachapoyas. Hay certezas respecto a su independencia como cultura y tribu, que a pesar de tener contacto con el resto de los grupos de la zona, se mantuvo fiel a sus mitos y tradiciones.
A nivel artístico se destacaron por sus variados estilos en textiles. Según se cree, los Chachapoyas le vendían prendas a la elite incaica. En cuanto a la cerámica, los objetos que se conservaron son de una simpleza muy particular. Si bien hay tallados y ciertos trabajos en las vasijas, la mayoría son lisas, con talentoso trabajo de moldeado. Las actividades cotidianas de esta cultura eran la caza, la pesca y la recolección. Como la mayoría de los pueblos del Perú, utilizaron diferentes pisos ecológicos para los cultivos de alimentos que necesitaban temperaturas diversas; así, aún hoy en día se pueden apreciar las terrazas de cultivo. En cuanto a la caza, era sobre todo de venado, utilizando su cuero para la fabricación de tambores y los cuernos como adornos, elementos funerarios y accesorios para peinados. La conquista del Imperio Inca marcó el final del culto propio, acabando con la religión de los Cahapoyas. Como es sabido por la mayoría de los viajeros, los Incas adoraban al Dios Sol, por lo que ese culto fue difundido entre todas sus colonias. En las edificaciones que aún se conservan, se puede observar que los Chachapoyas preferían las zonas altas para la construcción de sus viviendas. A raíz de estos datos y otras investigaciones, se supo que en esa zona llovía en cantidades, derivando en la elección de un terreno elevado para construir la aldea. Las viviendas estaban rodeadas por muros bajos que a su vez eran adornaos con cabezas de piedra con formas humanas o de felinos. También se utilizaba la cornamenta del venado para adornar los muros. Los techos eran de paja, con terminación en cono.
Los cultos funerarios de esta cultura no se dejan conocer mucho pero podemos estar seguros de que para enterrar a sus muertos buscaron lugares protegidos de la lluvia. Tenían dos tipos de entierros: los que se hacían en hileras y los individuales. En el caso de los individuales, se buscaban lugares inaccesibles, encargádnose luego de hacer impresiones pictóricas en las paredes de los acantilados, con tonalidades blanquecinas, amarillentas y rojizas. Esta característica se repite en todos los casos, por lo que fue fácil saber dónde estaban enterrados sus muertos. El problema es que este dato fue utilizado también por los saqueadores. Así, gran parte de las tumbas fueron hurtadas. Primeros pasos Por su reciente descubrimiento, esta catarata aún no es de lo más adecuada para recibir viajeros. Es por esto que la Dirección Regional de Turismo de Amazonas ha comenzado a mejorar la infraestructura total de la región, que también implicaría los consecuentes beneficios para el país. Sin embargo, como todo lugar encantador requiere también de muchos cuidados, por lo que se está investigando todo lo necesario para que esta hermosa caída de agua no se vea destruida por la presencia descontrolada de sus huéspedes.
Ya son varios los proyectos que hay en la zona, desde servicios hoteleros a un mejoramiento sustancial de las carreteras. También se han dado concesiones para la construcción de restaurantes que, como era de esperarse, ofrecerán una vista panorámica inmejorable de este increíble paisaje.
Mientras tanto, Cocachimba está cumpliendo el rol de anfitriona para todos lo que lleguen a curiosear a esta nueva gran catarata y a las otras 22 caídas de agua que hay en la región, un conjunto denominado Cuenca Hidrográfica de Cocahuayco, que también ofrece una belleza imperdible. Pero claro, ninguna de estas cataratas alcanza las dimensiones de la Gran Gotca. Los alrededores de la zona se ven embellecidos por la presencia de un paisaje selvático que marca su tiempo propio y sus visitas. No todos se animan a ingresar allí. Magia en el agua Varias son las creencias que rodean a esta gigante catarata que no había sido vista nunca por ojos modernos. Los habitantes cercanos aseguran que en sus aguas nada una sirena rubia que, junto con una gran serpiente, cuidan las riquezas que esconde la caída. La segunda leyenda, aunque distinta también está acompañada por el miedo. Algunos lugareños creen que de descifrar la ubicación de Gotca, se convertirían en piedras, porque un hechizo protege a esta catarata. Alguien por ahí afirma que una de las rocas del fondo de la catarata es el mismísimo agricultor que se atrevió a acercarse. La tercera, asegura que la catarata era protegida por un dios de la cultura originaria, que se hacía invisible para los que no creyeran en él. ¡Oh casualidad, justamente la ha encontrado un aficionado a esa cultura...!