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miércoles, 15 de junio de 2011

LLAMEN AL DOCTOR ORTIZ.!!..MURIO MÉDICO CELENDINO

Ha muerto el hombre que muchas veces, en Cajamarca, venció a la muerte. El venerado doctor Luis Ortiz Sánchez se ha alejado físicamente de nosotros, en silencio y casi a hurtadillas, con esa humildad y modestia que siempre lo caracterizó en vida.
Murió en paz, este sábado pasado a las 11 de la noche, como mueren los grandes hombres. El médico de la sonrisa amplia, con su intempestiva partida, nos ha dejado más tristes que un Viernes Santo.
¡Doblad campanas del Cumbe, doblad y volved a doblar por una luz que se apagó para convertirse en estrella y que ahora refulge sobre el cerro de La Shicuana!
¿Pero acaso existe algún cajamarquino que no haya sido curado por la prodigiosa mano de este Esculapio local?
Don Luis fue para la medicina cajamarquina lo que la “gringa” Sara McDougall representó para la obstetricia citadina.
Ambos personificaron, durante muchos años, el triunfo de la vida sobre la muerte. Ella nos traía a la vida y él nos mantenía vivos y saludables.
¡Cuántas veces acudimos a su consultorio con nuestros males, achaques y dolores a cuestas para que “nuestro Doctor Ortiz”, el amado galeno de la calva reluciente y del recetario con su escritura incomprensible, desencadenara la energía pura de su magia personal para que se batieran en retirada las fuerzas del mal!
Fue un médico total, en una época en que los facultativos tenían que ser “especialistas” en todo. Y así atendía una gripe, como separaba con el bisturí aquellos tumores que nos hacían daño o recetaba el medicamento preciso para tratar algún caso de esquizofrenia.
Soy testigo de excepción, al igual que innumerables personas, que jamás le cobró un céntimo a un paciente que él sospechaba que era pobre. Y por eso, los humildes lo amaban y estoy seguro que su entierro será en olor de multitudes. Hoy en día, en que millones de peruanos están excluidos socialmente de la salud y la educación, Ortiz Sánchez siempre los incluyó en su época siguiendo los dictados de su enorme corazón, su humanismo a ultranza y su juramento hipocrático.
¡“Llamen al doctor Ortiz”!, era el grito desesperado de los familiares cuando alguien de la casa caía enfermo… Y al poco rato aparecía en el dintel de la puerta, con su luminosa sonrisa, este Sumo Sacerdote de la medicina cajamarquina.
El “doctorcito” Ortiz pertenece a una época en que los pacientes no iban al hospital sino que el médico venía a la casa. Llegaba con su maletín de cuero, del que iba sacando su estetoscopio, su lamparita, su paleta para ver la garganta, dejando para el final su varita mágica.
¿Cómo podemos los cajamarquinos, Don Lucho, pagarle aunque sea un poquito por todo ese amor que usted nos dio? ¿Por qué no permite que por lo menos, en esta oportunidad, besemos su ataúd cuando su cortejo fúnebre pase por nuestras casas que usted siempre visitó?
El día de su entierro, Cajamarca se quedará sin flores porque todas ellas se irán con usted.
Jorge Pereyra

1 comentario:

  1. ES UNA PERDIDA MUY GRANDE PARA CAJAMARCA.. ESTAMOS SEGUROS QUE ESTA EN LA GRACIA DE DIOS. TE QUEREMOS MUCHO DOCTORSITO.. LUIS ORTIZ SANCHEZ.

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